Tercer volumen de Pijas y divinas, una serie gamberra y divertida, repleta de trampas, errores, química sexual, romanticismo y mucho erotismo.
Tener un affaire con un compañero de trabajo siempre sale mal, y si además yo soy la jefa, peor. Si un jefe se enrolla con una subordinada se entiende, incluso se aplaude. Sin embargo, cuando el jefe es una mujer, se critica y si, al final la cosa acaba mal, es ella quien paga el pato. ¿Me equivoco? De mí se dicen muchas cosas: que soy altiva, déspota, adicta al trabajo, inflexible..., pero no son más que halagos. A pesar de todo, cometí el error de fijarme en Fernando. Si él se percató, no lo mostró, y como ocurre casi siempre, cuando alguien te gusta, te portas como una hija de perra.
Hace poco más de dos años organizamos en la empresa una fiesta para agradecer a mi padre sus años de dedicación. En un momento de torpeza, se me volcó la copa y le manché el traje. Justo a él, no podía haberme pasado con otro invitado. No, fue con él. Y allí ocurrió lo impensable...