El ascenso al trono del piadoso Mohamed en el año 852 marcó el comienzo de una larga crisis que afectó por igual a todas las comunidades de al-Ándalus: musulmanes árabes, bereberes y mozárabes, así como cristianos y judíos. El emir, incapaz de sacar fruto a la herencia que le legó su padre, asiste impotente a la división de su reino. Por todas partes, señores musulmanes o cristianos se sacuden el
yugo de la supremacía central y crean feudos independientes que marcarán el largo reinado de Abdalá (888-912), cuyo apodo de «el Cruel» quedará plenamente justificado por su modo de llevar las riendas
del poder.
Este periodo confuso y sangriento de la historia de España es el escogido por Patrick Girard para esta novela. Con una prosa colorista, asistimos al enfrentamiento de las familias árabes para controlar Isbilya
(Sevilla), mientras en Kurtuba (Córdoba) se multiplican las intrigas y las conspiraciones. Al emir, en su solitaria vejez, le quedará solo un consuelo: su nieto Abderramán, nacido unos días antes de que su padre muriera asesinado. ¿Tendrá el joven las cualidades necesarias para restaurar la autoridad de la dinastía Omeya?