En abril de 1941 Belfast había evitado lo peor de la guerra. Las iglesias volvían a estar abiertas, las familias comían juntas otra vez y los jóvenes acudían a los salones de baile los fines de semana. Nada hacía presagiar que, en muy poco tiempo, la aviación alemana iba a oscurecer los cielos de la ciudad con un único objetivo: destruir la ciudad. Muchos iban a morir, y los que no lo hicieran no volverían a ser los mismos.
De la mano de dos hermanas, Emma y Audrey -prometida la primera y en una relación secreta con otra mujer la segunda-, el lector será testigo de los momentos más duros del bombardeo. Con ellas vivirá y hará frente a la adversidad de una ciudad perdida, pero en la que, pese a todo, siempre latió la esperanza.