Público contra privado, empleados contra empresarios, mujeres contra hombres, ecologistas contra negacionistas... El pensamiento binario invade el espacio político-social y ofrece como única solución el victimismo y la revancha. Los binaristas ahondan en las brechas de las identidades, de forma excluyente, para generar conflicto social y avivar las políticas del resentimiento y la venganza.
La autocensura, el miedo a expresar opiniones contra el pensamiento políticamente correcto y la furia de las masas ocultas bajo perfiles de redes sociales, fomentan la cultura de la cancelación, el racismo ideológico y el movimiento woke. Cancelación se convierte en una brújula que identifica las dictaduras de las ideologías, el autoboicot occidental promovido en las universidades y el odio político, para ayudar a desactivarlos. Desmonta, uno a uno, los mitos y los dogmas del falso progresismo y sus manifestaciones más iliberales: aquellas tiranías de las minorías, disfrazadas de compasión e igualdad, que solo buscan polarizar y levantar muros.
Cancelación es una oda a la tolerancia, al respeto y al diálogo.