Vivimos en la sociedad de 2011, donde la Iglesia es una institución todavía importante e influyente, pero no la única. La competencia con otras influencias sociales hace que la Iglesia necesite jóvenes valientes para afrontar los cambios que tendrá que experimentar en estos años.La generación actual se caracteriza por la fragilidad afectiva, y en ella se constatan importantes carencias espirituales, por lo que necesita con urgencia el encuentro con la fe, el motor de la vida.El autor aborda una serie de temas fundamentales para una vivencia plenamente cristiana de la juventud: el matrimonio, la relación con los demás, la familia, los hijos, la pareja, etc.