1350. Cuando Alfonso XI, Rey de Castilla y León, muere durante el asedio a Gibraltar, el reino queda huérfano. Será entonces cuando su hijo Pedro, que ha vivido apartado y marginado de la corte, se coronará rey. Empujado por las ansias de venganza de su madre, María de Portugal, y amenazado por la vil mirada de su hermano bastardo, Enrique de Trastámara, Pedro I provocará una oleada de violencia, odio y masacres que determinarían el destino de los reinos de Castilla y León, Portugal y Granada y de la Corona de Aragón. Su reinado continuaría las traiciones, las alianzas y las guerras, desatadas por la envidia, amores prohibidos, sexo e intereses ocultos que traspasaron los muros de palacio y marcarán para siempre esta época como una de las más sangrientas de nuestra historia.