Emil Zátopek es un muchachote rubio un tanto desgarbado, que se ha hecho famoso desde su irrupción en los Juegos Interaliados de Berlín, 1946. En pocos años, y con dos Olimpiadas a sus espaldas, se ha convertido en invencible. Nadie puede pararlo: ni siquiera el régimen checoslovaco, que en vano lo espía, limita sus traslados y distorsiona sus declaraciones. Emil corre contra su decadencia, y sonríe.