En una de las crónicas Pessoa aboga por una educación de las «nuevas generaciones en el sueño, la fantasía, el culto prolijo y enfermizo de la vida interior». En otra compara los simpatizantes de la monarquía con la nueva clase de chóferes con falta de habilidad al volante. A continuación parece apuntar hacia la realización del precepto de «los herméticos y mágicos de la Rosa-Cruz» basado en aconsejar la mínima intervención para no alcanzar una fama que, según Pessoa, aquel que la merece sabe que no vale la pena alcanzar. En otra de las crónicas propone la construcción de «una anarquía portuguesa», «perturbando las almas, por desorientar los espíritus».