El amor divino sana las heridas del alma y sacia las aspiraciones de nuestro corazón. No existe mayor sensación de libertad que la de obedecer a Dios y la del vivir para hacer su voluntad. Qué alegría tan inmensa la de sabernos hijos amados suyos.
Este es el relato de una mujer apasionada en busca del sentido de la vida, quien, tras haber abandonado las directrices y principios del entorno profundamente tradicional en el que se crio, se vio sumida en la más absoluta desesperanza.
Pero Dios fue en su búsqueda para guiarla hacia el camino que nunca defrauda: el del amor divino. Su revelador testimonio es una invitación a la fe, a la plenitud que nos ofrece el abrazo del Corazón Vivo de Jesús, a la calma de saber que hemos sido creados con amor y para amar y al consuelo de descubrir que volver a empezar es posible una y mil veces.
Descubrirás cómo la autora aprendió a escuchar a Dios y a confiar en lo que le pedía, para ponerse al servicio del Reino de Cristo, en la esperanza de alcanzar algún día la intimidad de corazón a Corazón con Él.
Como cuando un niño cae al suelo, lastimándose, y su padre se agacha para ayudarlo a levantarse, Dios te tiende su mano para conducirte a la verdadera felicidad, ese poderoso sentimiento que llenará tu corazón y te hará libre.