¡Uno! ¡Dos! ¡Tres!, va contando la serpiente hambrienta cada vez que mete un ratoncito en el frasco. ¿Diez ratoncitos serán suficientes? Tal vez no, y va a buscar otro más. ¡Diez! ¡Nueve! ¡Ocho!, escapan los ratoncitos del frasco y se van corriendo a casa.