Aunque el inglés no era su lengua materna y la aprendió cuando tenía más de veinte años, Conrad escribió la totalidad de su obra en esta lengua y alcanzó con sus narraciones una altura formal sin parangón en las letras inglesas. Su existencia estuvo ligada al mar trabajó durante casi veinte años como marino mercante en barcos franceses e ingleses pero dedicó los últimos treinta años de su vida a la escritura. Dio al mundo algunas novelas inmortales como El corazón de las tinieblas, Lord Jim o Nostromo, y casi una treintena de cuentos. Seguimos leyéndolo con fruición por la forma brillante de presentar los dilemas morales del hombre, por el enorme oficio que despliega a la hora de crear atmosferas y por su hipnótico y subyugador estilo.
Se han reunido algunos de sus cuentos más perfectos en este volumen, que propone una breve incursión en el universo fascinador de una de las plumas más influyentes de la tradición occidental.