Había una vez un pequeño tiranosaurio que no tenía amigos, porque siempre se los comía. Un día, el pequeño Tiranosaurio acababa de tragarse a su último nuevo amigo. Pensó que ahora estaba solo. Afortunadamente alguien se acercaba. Alguien que sabía cómo evitar ser devorado. Alguien que cambiaría la vida del pequeño tiranosaurio para siempre.