Al frente de una flota de treinta naves y un ejército de dos mil hombres, el pirata inglés Francis Drake ataca la isla La Española, en el corazón del Caribe.
Es 10 de enero de 1586, y Drake no sólo conquista su capital, Santo Domingo, sino que amenaza con reducirla a escombros si sus habitantes no pagan el rescate exigido. Con las negociaciones estancadas, comienzan los saqueos y los incendios en la ciudad, mientras en el interior de la catedral sobrevive el puñado de vecinos que trataron de salvaguardar y defender la isla. Y es uno de ellos, nieto del primer cronista de Indias, Gonzalo Fernández de Oviedo, quien nos narra la ocupación y la captura de la isla, al tiempo que comienza a definir su propia identidad y busca el modo de resistir a la violencia de los piratas. No era fácil la vida en el Caribe en el siglo XVI, en unas islas llenas de riquezas y, por tanto, abocadas a sufrir la amenaza constante de los piratas, deseosos de botín y destrucción.
Y esto nos muestra Enrique Bocanegra en esta novela.