Fray Julián de Chaguazoso, santo de la Iglesia y muerto en el siglo XVI, nos va contando su vida llena de fortunas y adversidades apoyándose en las pinturas que fray Tadeo de la Aguadilla hiciera sobre él, siglos después, y que fueron recogidas en un libro que alguien olvidó en los bancos de una iglesia; este hallazgo es tomado como pretexto para desarrollar todo el argumento de la novela.