La historia nos ofrece continuas muestras de destrucción de estatuas, supresión de leyendas o imposición del silencio con vistas a desterrar determinados nombres de la esfera pública. Esta institución primitiva y antidemocrática de la damnatio memoriae ha sido convertida por la Memoria Histórica y Democrática en seña de una política supuestamente progresista, proyectada hacia la prohibición sistémica de la mera evocación y traducida en pretexto indiscutible para un sectario olvido por ley. José María Pemán llenó los teatros con El divino impaciente, encandiló a los lectores con sus terceras en ABC, dirigió la Real Academia Española en dos ocasiones y obtuvo cinco nominaciones a los Nobel. Pero fue también un elocuente orador que no dudó en tomar partido cuando sobrevino la guerra y jamás renunció a sus convicciones. La inquina de cierto sector lo condenó al ostracismo cultural antes de su muerte y ha desembocado, tras esta, en la condenación del recuerdo de su persona y de su obra. Este libro se propone probar la ilegitimidad del proceso a la luz de la justicia. En este libro notable, Daniel García-Pita Pemá