Ha aparecido un cadáver en una playa durante el verano más tórrido que se recuerda en Cantabria. Se trata de una monja que pertenece a la orden de un convento cercano. La inspectora Mar Lanza se hace cargo así de un misterio que parece que nadie quiere resolver: ni su congregación, ni la Iglesia, ni la propia familia de la víctima.
El abismo y las sombras del pasado comienzan entonces a atravesar las rendijas del presente como fantasmas salidos de un mar de tormenta. Y el crimen se hace más y más inquietante al enredarse con su propia vid... e incluso con el único caso que preferiría haber olvidado: el de unas niñas, sus amigas de la infancia, que desaparecieron treinta años atrás.