El autor rebate con datos contrastados ciertas ideas infundadas que denostan la energía nuclear y apuestan sin matices por un futuro energético vinculado a fuentes renovables. Contra la falta de información, aporta opiniones que permiten extraer conclusiones claras. Es evidente que la energía nuclear no es la panacea y plantea numerosos problemas. No obstante, no deberían minimizarse los efectos negativos de las energías renovables, cuyo carácter sostenible no está garantizado. Dentro de medio siglo, es muy probable que los parques eólicos y solares (fotovoltáicos o térmicos) o los generadores marinos desempeñen un papel relevante en la situación energética del país, pero no hay que llamarse a engaño: su impacto a corto plazo no será significativo.
El problema más importante al que se enfrenta la humanidad este siglo es el del cambio climático. El consenso mayoritario entre los científicos que lo estudian es que las consecuencias del rápido aumento de los gases de efecto invernadero pueden ser graves y quizás devastadoras para nuestra civilización. El consumo masivo de carbón para la generación de electricidad es uno de los mayores responsables del alarmante aumento de las concentraciones de CO2 en la atmósfera. La única alternativa en las próximas décadas a los combustibles fósiles es un mix eléctrico basado en la energía nuclear, con una fuerte contribución de energías renovables, en particular la energía eólica. El antagonismo entre energía nuclear y energías renovables es un disparate irresponsable. Es un error enfrentar entre sí a las energías alternativas, y sería mucho más apropiado considerarlas como aliadas en la gran batalla contra un Señor Oscuro cada día más poderoso, el cambio climático, que bien podría aniquilar, quizás antes de lo que suponemos, nuestra querida y maltrecha Comarca globalizada.