«Un incomprensible equívoco persigue a este libro desde su aparición. Pese a tratarse de una obra tan clara y profunda como entretenida, mucha gente todavía cree, a tenor de su título, que El espacio vacío es un texto sobre esencialismos escenográficos o, peor todavía, un tratado abstruso y teórico sobre teatro experimental según el signo de los tiempos: el caótico pero vivísimo final de la década de 1960.» Con estas palabras arranca el prólogo de esta nueva edición de El espacio vacío. Nada más justo y cierto. Nos encontramos con un texto, que apareció en 1968, que es mucho más que un tratado sobre el teatro. El autor mira el mundo con una intensidad inusitada (dentro y fuera del ámbito teatral) y en su aproximación a la realidad nos vemos reflejados. Dice Brook: «una obra de teatro es un juego.» Juguemos (y aprendamos) con los libros buenos, imprescindibles. Sin miedo.Los editores
«Un incomprensible equívoco persigue a este libro desde su aparición. Pese a tratarse de una obra tan clara y profunda como entretenida, mucha gente todavía cree, a tenor de su título, que El espacio vacío es un texto sobre esencialismos escenográficos o, peor todavía, un tratado abstruso y teórico sobre teatro experimental según el signo de los tiempos: el caótico pero vivísimo final de la década de 1960.» Con estas palabras arranca el prólogo de esta nueva edición de El espacio vacío. Nada más justo y cierto. Nos encontramos con un texto, que apareció en 1968, que es mucho más que un tratado sobre el teatro. El autor mira el mundo con una intensidad inusitada (dentro y fuera del ámbito teatral) y en su aproximación a la realidad nos vemos reflejados. Dice Brook: «una obra de teatro es un juego.» Juguemos (y aprendamos) con los libros buenos, imprescindibles. Sin miedo.Los editores