Es la hora final para la Roma eterna. Lleva tiempo puesta en jaque por los bárbaros ya instalados dentro de las fronteras del Imperio, formando parte de él, a la vez que socavan su poder hasta marcar sus últimos días. Es la hora en la que personajes tan grandiosos y tan fascinantes como Elia Gala Placidia, Aecio, Genserico o Atila cruzan sus destinos en un torbellino de pasiones, ambiciones, traición, corrupción, codicia, conspiraciones, crímenes, amor, odio, grandeza, miserias, heroísmo, violencia y sangre, que marcaron esta época tan decisiva y clave para Occidente. Todavía nadie era consciente de que Roma se encontraba al borde del abismo y, sin embargo, estaba a punto de desaparecer. Pero todavía era capaz de dar al mundo personajes con la talla suficiente como para forjar la Historia y trascender el paso de los siglos, hasta convertirse en símbolos de una época y referencia para los tiempos que estaban por llegar. Roma, arrastra un largo proceso de decadencia y ya se enfrenta a dificultades gravísimas. Pero si Roma no se hubiese dejado llevar por la ambición, el egoísmo y los intereses personales, Roma