Hay novelas que no se pueden contar, ni tan solo describir; porque sería como explicar un beso antes de darlo. El testamento de un escritor de novela negra empuja a su viuda, a su hija y a una antigua novia irlandesa #a la que abandonó años atrás sin explicación alguna# a convivir un verano en su casa de la playa junto a un taller de bicicletas en la costa mediterránea. Ángel Gil Cheza consigue contagiarnos su particular modo de ver el mundo; un lugar en el que se escucha cada palabra, se atiende a cada gesto, y donde cada momento que compartimos con alguien cuenta. El hombre que arreglaba las bicicletas es un verano en algún lugar de nuestro imaginario.