Todas las noches, desde hace muchos, muchos años, todos los monstruos salen a trabajar. Dan un beso de despedida a sus familias, salen de sus escondites en el fondo de la Gruta Fétida, atraviesan el Bosque Oscuro y llegan hasta los armarios de los dormitorios de los niños de la ciudad de Bodenburg. Todos menos uno: el monstruo Malacresta que quiere escapar de su vida de monstruo.