Primo Levi ha recogido en un único volumen más de cincuenta escritos publicados en diferentes periódicos (sobre todo en La Stampa). Entre las páginas dignas de una antología ideal destaca Signos en la piedra, que empieza con una lectura del empedrado de las aceras de Turín como documento mineralógico, antropológico e histórico, y termina con amargas reflexiones acerca de la indestructibilidad de la goma de mascar. Es el mismo método a través del cual describe el piso donde nació y en el que siguió viviendo. Estos dos pasajes, entre otros, constituyen un ejemplo de esa «literatura de la memoria» que puede nacer de una mente ordenada y sistemática, en la que, de la concreción y precisión de los detalles, acaba naciendo una nota de pathos lírico, aunque sobrio y controlado.
«Mi casa se caracteriza por la ausencia de caracterización. Se asemeja a muchas otras casas casi señoriales de principios de siglo, construidas en ladrillo antes de la irresistible irrupción del hormigón armado; carece casi por completo de ornamentos, si exceptuamos algunas tímidas reminiscencias Liberty en las chambranas que coronan las ventanas, y en las puertas de madera que se asoman a la escalera. Es austera y funcional, inexpresiva y sólida: lo demostró durante el último conflicto, cuando soportó todos los bombardeos, superándolos únicamente con algunos daños en los cerramientos y alguna que otra grieta, que luce todavía con el orgullo con que un veterano lleva sus cicatrices».Este libro de Primo Levi cuenta con la misma disposición de espíritu que da vida al hábito mental científico, a la mesura del escritor y del moralista.