El Paraíso es una versión libre y personal de la historia de Adán y Eva en el Jardín del Edén relatada desde la perspectiva de Adán. La historia comienza donde acaba La Creación. Al principio, Adán y Eva se sienten felices. Nadan en la abundancia y la exuberancia. Se les ha confiado un jardín con cuatro ríos y un bosque y su única misión es limpiarlo y mantenerlo. Todo es armonía y felicidad. Sin embargo, situación cambia cuando la mujer empieza a cansarse, a suspirar y a lamentarse. Pese a tenerlo todo, echa en falta algunas cosas. Al ver a la mujer cada vez más triste y desganada, el hombre hace todo lo posible por animarla buscando desesperadamente la felicidad perdida. No logra su propósito y acaba cediendo a regañadientes. El hombre y la mujer dejan rienda suelta al bosque y se entregan al ocio, a pasear, a la pesca, a disfrutar. Poco después hacen su entrada la imperfección, la muerte, la ley del más fuerte, la lluvia, las catástrofes naturales, el hedor. Aun así la mujer reencuentra la felicidad al sentir, saborear y oler la vida y la muerte, la realidad diversa, con sus luces y sus sombras. Afirma que ahora tiene todo cuanto necesita. Y el hombre y la mujer terminan siendo tan felices como al principio o más.
Bart Moeyaert se caracteriza por un estilo extraordinariamente cuidado y sensorial cuyo tono raya en lo poético y por momentos en lo surrealista o lo mágico. Las ilistraciones de Wolf Erlbruch reflejan a la perfección los sentimientos y estados de ánimo de los protagonistas. Como en el resto de la obra de Moeyaert, el amor desempeña un papel fundamental porque, en realidad, estamos ante una reflexión sobre las relaciones entre el hombre y la mujer.