Un crimen imposible. Un detective insospechado. No se trata de un desafío entre el asesino y el detective, sino de un duelo de inteligencia entre el autor y el lector.
- Haría falta un policía -sugirió alguien-.
- Un detective.
- Tenemos uno - dijo Foxá.
- Todos siguieron la dirección de su mirada.
- Eso es ridículo -protesté-. ¿Se han vuelto locos?
- Usted fue Sherlock Holmes.
- Nadie fue Sherlock Holmes. Ese detective no existió jamás. Es una invención literaria.
- Que usted encarnó de manera admirable.
- Pero fue en el cine. Nada tuvo que ver con la vida real. Sólo soy un actor.
Me contemplaban esperanzados, y lo cierto es que yo mismo empezaba a entrar en situación, como si acabaran de encender los focos y oyese el suave rumor de una cámara rodando. Aun así decidí mantenerme silencioso, cruzados los dedos bajo el mentón. No había disfrutado tanto desde que rodé El perro de Baskerville.