Los niños y las niñas necesitan tiempo para aprehender el mundo que habitan. La abuela de Martina siempre escribe sus poemas por la noche. Dice que por el día no tiene tiempo. Pero el tiempo es Martina escribiendo su nombre. Ni muy rápido, ni muy lento. Solo el tiempo de Martina. Hay muchos tiempos diferentes. Todos tenemos uno. Ni muy rápidos, ni muy lentos.Los adultos viven apurados, y se olvidan de respetar esos tiempos de aprendizaje tan fundamental.