Sin duda puede llamar la atención que una persona tan relevante como mi amigo Santos haya escrito esta obra, pero eso supondría no conocerle bien, siempre se ha dedicado, con su magisterio sutil e inteligente, a mejorar las condiciones de vida de los demás. Esta obra desde luego no desmerece esa trayectoria.
No espere no obstante el lector un libro de "autoayuda", tan en boga en los últimos tiempos. El autor no tiene tan mal gusto, ni es tan pretencioso. Es evidente que en este "asunto" no parece muy adecuado "hacer lo de siempre" y "hacer lo de todos". Al contrario, lo que ofrece, con una prosa cuidada, precisa y exquisita son "... pautas para combatir el aburrimiento. Se facilita el tema y los personajes. Es el guión. La representación depende del actor y la gracia consiste en que cada cual le dé su toque personal... eso sí, no hay que desanimarse si el papel no sale perfecto al primer intento". Por supuesto que no todos los guiones tienen por qué ser de su aprobación, aunque me cuidaría muy mucho de desaprobar lo no probado.
(del Prólogo de Francisco Javier Labrador, Catedrático de Psicología de la Universidad Complutense).