Antonio Fontana ha compuesto una suerte de moderno Decamerón sobre la vejez, su falta de pudor, su incorrección y, sobre todo, su humor negro. Una visión tan sutil como insólita y divertida de la ancianidad a través de un conjunto de voces perfectamente caracterizadas que rompen con los estereotipos y dan una perspectiva compleja, dinámica y tragicómica de la última etapa vital.