El 22 de noviembre de 1963, en la ciudad de Dallas, murió asesinado John Fitzgerald Kennedy, presidente de Estados Unidos, y nació el mito.
Para entender el calado de JFK en la cultura popular, no solo estadounidense, hay que retrotraerse a Irlanda, lugar de origen de la poderosa dinastía Kennedy. Hay que recorrer, como hace Robert Dallek, la apasionante historia de las primeras campañas políticas del futuro presidente, desvelar cómo seleccionó JFK a Lyndon Johnson para la vicepresidencia y analizar cómo se enfrentó a la invasión de Bahía de Cochinos, a las amenazas contra activistas de los derechos civiles en el sur, al conflicto en Laos, a la crisis de los misiles cubanos o a la escalada armamentística de la URSS.
Esta es la biografía definitiva de John Fitzgerald Kennedy, un héroe para los estadounidenses, pero sobre todo un hombre corriente, con sus miserias y debilidades, hábilmente ocultadas bajo la imagen de una vida pública triunfal. Un hombre que estaba mucho más enfermo de lo que suponía todo el mundo, y que necesitó medicación a lo largo de toda su presidencia. Que fue infiel en numerosas ocasiones a su esposa, Jackie, más veces incluso de lo que la mayoría supone. Que, como se sabía cercano a la muerte, vivió la vida con toda la intensidad que pudo
A menudo sin pensar en las consecuencias.