La ciencia nos da conocimientos, nos permite entender el mundo, y a nosotros mismos, mucho mejor que nuestros muy limitados sentidos.
Los azarosos e imprevisibles caminos de la evolución nos han proporcionado un cerebro capaz de imaginar sistemas que parecen corresponderse a «la realidad» y que incluso predicen situaciones futuras.
Una de las facultades, de difícil definición, del cerebro es el sentimiento de «lo bello», de apreciar, o de imaginar, belleza, que, como demuestra este libro, también podemos encontrar en la ciencia.