Tras superar no pocas dificultades, el matrimonio Calloway sigue unido. Russell continúa trabajando como editor, aunque en un puesto menos importante, y Corrine ha dejado su trabajo en la bolsa para dedicarse a sus dos hijos pequeños y a escribir un guion cinematográfico. En el Upper East Side, Luke McGavock, un multimillonario gestor de inversiones, ha decidido tomarse un año sabático para poder dedicar más tiempo a su mujer y su hija adolescente. Sin embargo, una mañana de septiembre de 2001 el cielo de Nueva York se oscurece y en los días posteriores, gente que no estaba destinada a encontrarse termina trabajando mano a mano en las tareas de reconstrucción de la ciudad. En La buena vida, Jay McInerney retoma a sus dos personajes más carismáticos y se emplea en lo que sabe hacer mejor: presentarnos la complejidad social y moral de la ciudad de Nueva York y a unos personajes en los que encontraremos ecos de nuestras propias vidas.