Garmaz, ubicación ficticia de los relatos de La cruz de barro, podría ser cualquier pueblo de España. Las vidas de sus habitantes se cruzan en un caos ordenado por las peculiares leyes del terruño. Como en una galería de espejos, Miguel Ángel Álava, en esta su primera y magnífica obra de ficción, ofrece al lector la oportunidad de reconocer la compleja, y no siempre previsible, anatomía humana y animal de nuestra propia naturaleza al ritmo de la historia reciente del país. Un retrato descompuesto en planos cortos, intensos, que exploran las posibilidades de una realidad siempre dispuesta a dar una vuelta de tuerca más. La cruz de barro es una mirada con varias perspectivas del único objetivo que mueve al ser humano: La exploración constante de sí mismo y de su entorno.