Si bien Frédéric Bastiat (1801-1850) no hizo contribución original alguna a la economía y no hay ley o análisis específico que le puedan ser atribuidos (incluso Marx lo calificó de «economista pigmeo»), nadie lo ha superado aún en la gracia, ironía y concisión en la defensa de la propiedad privada, los mercados libres y el gobierno limitado. Frente a los profetas de la sociedad justa fundada en un sistema que institucionaliza, a través de la
ley, el despojo, Bastiat despliega con amenidad, elegancia y las palabras justas el contundente argumento de que la mayor justicia es no cometer injusticias y proclama que, lejos de levantar sistemas que legalicen el
pillaje, hay que ocuparse de la libertad.Estudio preliminar de Carlos Rodríguez Braun