La guerra de Rusia contra Ucrania representa el intento más acabado del objetivo ruso de recuperar su papel imperial en la historia, que perdió con el hundimiento del comunismo y la implosión de la URSS en 1991. Igualmente, significa un desafío abierto al actual orden internacional con la intención de desestabilizarlo, y la intención de Rusia de encabezar un bloque internacional autoritario enfrentado al bloque democrático claramente predominante desde la década de 1990.