En la Antigüedad los niños memorizaban a Homero en la escuela. La Ilíada y la Odisea eran su Biblia. Y toda la tragedia griega toma sus asuntos de su obra. Las derivaciones de ese teatro en Roma (Séneca), y en la Europa renacentista más tarde (Lope de Vega, Tirso, Shakespeare, Racine…) ya las conocemos. Homérico es el tejido cuyas fibras anudan la literatura oral del pasado y la literatura escrita hasta hoy (Proust, Joyce, Pound, Pessoa, Manuel y Antonio Machado…)—tal es el poema de Homero—. En sus nudos anidan temas y recursos, mitos y lenguajes, lo sagrado y lo profano, todo eso de lo que nos hemos alimentado y nos ha ido modelando a lo largo de nuestra historia.