La tibia mano de mi hija es, en palabras de Raquel Ramírez de Arellano, responsable de la selección poética y del epílogo, «un libro a cuatro manos», una obra que logra salvar el tiempo para permitir el diálogo entre dos grandes poetas y creadoras: Francisca Aguirre, uno de los máis importantes referentes literarios de la poesía española desde mediados del siglo xx y su hija, Guadalupe Grande, autora de los poemas visuales que los acompañan creados con la técnica del collage digital partir de antiguas fotografías familiares. Una simbiosis que presta «apoyo al legado moral emprendido por ambas, madre e hija, buscando restituir la dignidad de todas aquellas víctimas que crecieron en el silencio decretado por una inclemente dictadura».