Las galeras de Normandía, sostiene Ramón Loureiro, es un libro que «camina entre las sombras, sin pretender iluminarlas necesariamente». La aparición de esta ambiciosa y monumental novela, en sí misma un universo entero («no habrá lector pasivo para esta obra transgresora, la más abierta y libre de las letras gallegas de estos años», en palabras del profesor Basilio Losada, que además califica de «prodigioso edificio»), y en la que conviven el humor y la tragedia, abre un nuevo camino en la literatura gallega. Un camino en el que la narrativa, cargada de un profundo carácter poético en el más alto de los sentidos del término, reflexiona sobre la verdadera identidad y el destino último del hombre, sobre la naturaleza misma de la existencia. Con una escritura sin concesiones, en un texto de excepcional belleza en el que múltiples voces y casi infinitas máscaras superponen su presencia en un mágico territorio atlántico donde coexisten, en perpetua connivencia, los vivos y los muertos, en Las galeras de Normandía el pasado y el futuro se funden en un eterno presente que nada tiene que ver con el tiempo que los relojes marcan, puesto que entre sus páginas las leyes de la física permanecen en suspenso.