Teresa y Carolina Materassi son dos hermanas en la cincuentena que siempre han estado juntas y que se ganan desahogadamente la vida como bordadoras y costureras de lencería fina en un pueblito a las afueras de Florencia. Por sus manos pasan los ajuares de todas las muchachas casaderas de las buenas familias de los contornos; su fama de excelentes artesanas les ha granjeado la prosperidad de su negocio, el incesante desfile de las señoras de la aristocracia y la curia florentinas, e incluso una audiencia con el Papa. No siempre fue así. Las Materassi tuvieron que cargar desde jovencitas con las consecuencias de tener un padre derrochador y consentido que dilapidó el patrimonio familiar. Sólo contaron con su talento y su capacidad de sacrificio para responder a los acreedores y mantener la heredad, convertida ahora en un santuario de trabajo y de virtud. Pero su abnegación y su renuncia las han convertido también en dos seres exiliados de la vida. En este régimen ordenado, que en ocasiones parece una habitación cerrada a cal y canto, cae como un rayo un joven sobrino, Remo, cuyo cuidado les confía otra hermana