«He aquí un libro singular. Imaginemos a dos hombres saliendo de caza al amanecer hacia un bosque; se separan a la entrada, porque el camino de los dos es distinto, distintas su armas, aunque la presa que codician es la misma. Al anochecer los dos cazadores se encuentran de nuevo, exhaustos, a la entrada del bosque y descubren que ninguno de los dos ha encontrado lo que buscaba, pero descubren también, con sorpresa, que ambos han encontrado dos cosas distintas que sin embargo, de un modo a la vez inapelable y extraño, se complementan como si fuera una sola, y que eso era precisamente lo que estaban buscando.» (Javier Cercas).
El libro de las caídas pertenece a un género inclasificable que se encuentra
a medio camino entre la narrativa y la poesía. La imagen remite al texto y el texto remite a la imagen. Ninguno existe de manera independiente y carecen de significado sin el complemento del otro. La prosa de Andrés Barba es dura y profunda. Los dibujos de Pablo Angulo de trazos gruesos y rústicos aportan al texto el dinamismo y movilidad propios de la aproximación vertiginosa hacia lo desconocido. Prosa y dibujos se reúnen y compenetran en este libro formando pequeñas instantáneas cuyo hilo conductor es el relato de una caída interminable.