Este libro se ocupa de la música escrita por los compositores rusos más significativos del área rusa desde los últimos años del zarismo hasta la compuesta después de la caída de la Unión Soviética, haciendo especial hincapié en los maestros que, de una manera u otra, desde dentro y desde fuera, trabajaron durante los años de la dictadura de Stalin. Un repaso desde Glinka a Chaikovski; desde Rimski-Kórsakov a Músorgski; desde Rajmáninov a Stravinski, Prokófiev, Shostakóvich y sus herederos. Defiende la tesis de que los que trabajaron en los años de acero fueron el resultado de un poliédrico proceso que arranca con un coloreado y potente movimiento nacionalista hasta alcanzar una vanguardia que solo a veces es capaz de expresarse con autonomía, debido a la permanente mediatización de su asfixiante dependencia política. Indirectamente, pues, habla de las relaciones entre el espíritu de lo ruso y su inagotable y magnífica inventiva. El autor pone su empeño en clarificar ese escenario, tratando de separar la paja, que es mucha, de un trigo que pudo crecer gracias al enorme talento de unos cuantos compositores que