Los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial en Europa fueron los más sangrientos y destructivos del conflicto. Cada día, por término medio, treinta mil personas perdían la vida en los distintos frentes, en las ciudades bombardeadas, en los convoyes de refugiados que huían del Ejército Rojo, en las prisiones y los campos de concentración, en los caminos por los que se evacuaba a los deportados...
Hitler fue en gran parte responsable de esta orgía de muerte y destrucción. Mermado por la enfermedad, acorralado, cuestionado y odiado por su propio pueblo, siguió, no obstante, alimentando ese infierno. Esta es la crónica de esa pesadilla y del fin del mayor tirano de la historia.
