La desconocida historia del juez de instrucción de Melilla en los días del levantamiento militar que desencadenó la Guerra Civil.
Poco después de las elecciones generales que ganó el Frente Popular en febrero de 1936, Joaquín María Palomo Calvente, culto juez de carrera como fue calificado por el maestro de juristas Joaquín Garrigues, llega cargado de ilusiones a Melilla para ponerse al frente de su juzgado de primera instancia e instrucción, consciente de que la labor de un juez, sobre todo en esos días convulsos, debe buscar siempre la conciliación de intereses. Pronto se sumerge en una Melilla tensionada en la que grupos de militares y civiles encabezados por el teniente coronel Juan Seguí Almuzara se encuentran inmersos en los preparativos del levantamiento militar que, a la postre, se iniciaría allí el 17 de julio de 1936. Polonio Calvente actúa como un escrupuloso garante de la legalidad vigente, hasta sus últimas consecuencias, y su ejercicio profesional amenaza con irritar a los que traman una sublevación contra el régimen de la Constitución de 1931.
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