Introducción. Destaque lo positivo. Aprenda a negociar. Valore sus logros. Ejerza de modelo. Mantenga la calma. Dosifique los afectos. Enséñele a manejar la ansiedad. Actúe si está triste. Averigüe si tiene un problema de atención. Indague qué le interesa. Practique la escucha activa. Evite los sermones. Sea Pigmalión. Conviértase en educador digital. Controle la ira. Encauce las emociones. Estimule la inteligencia emocional. Conócete a ti mismo (Sócrates). ¿Reproches? NO, gracias. Tome el mando. Detecte situaciones excepcionales. Interésese por sus intereses. Emplee la empatía. Ponga límites. Haga sentir importante a su hijo. Siete cuestiones para pensar.
¿Su hijo se muestra distante?, ¿remolonea cuando le pide que haga algo?, ¿cada vez que se pone a estudiar apenas aguanta sentado?, ¿busca cualquier excusa para evitar hacer las cosas?, ¿se altera con facilidad, o por el contrario entra en modo «no me mires, no me toques»?, ¿cambia de humor de manera repentina?...
Al llegar la adolescencia los hijos comienzan a exhibir novedosos e inquietantes comportamientos. Es una etapa complicada para los padres y también para los propios adolescentes. A los padres nos suele pillar con el paso cambiado. Todo lo que funcionaba en años anteriores ahora parece no hacer efecto. Castigos, reprimendas y sermones no hacen sino empeorar la situación.
A lo largo de esta obra se desarrollan herramientas que persiguen mejorar las habilidades de comunicación y el manejo de conflictos. La práctica de estas habilidades servirá para tener un mejor conocimiento de las necesidades e intereses de los hijos en su adolescencia. Así, cuando el adolescente se encuentre en situaciones límite, los padres poseerán recursos para ayudarle a afrontarlas.
Las veinticinco reglas que se exponen permiten:
· Tomar conciencia de la importancia que desempeñan las emociones en las relaciones entre padres e hijos.
· Adquirir competencia en el uso de destrezas, como escuchar activamente, evitar los reproches o reconocer los errores propios, lo que facilitará los acercamientos y contribuirá a reforzar el buen clima familiar.
De usted depende que la hora del almuerzo sea un momento de encuentro y no la madre de todas las batallas.