«Yo nací en 1896, y mis padres se casaron en 1919», así comenzaba una primera versión de las memorias póstumas de J. R. Ackerley, uno de los más imprevisibles escritores británicos de este siglo, un libro descarnado y sincero hasta el límite de lo intolerable, donde la historia de la doble vida del padre -un adúltero que mantuvo dos familias paralelas sin que ninguna conociera la existencia de la otra- y la historia de las desoladas peripecias del hijo -un intelectual homosexual de familia burguesa que buscara infructuosamente durante largos años un «amigo verdadero» entre los jóvenes del proletariado- se entrelazan en la trama de un tapiz cuya figura última puede ser descifrada aquí. Presentación de Javier Marías. «Una autobiografía extraordinaria, sin parangón en la literatura inglesa, y en la misma jerarquía que la de André Gide» (Roy Fuller, London Magazine). «Un cruce entre el David Copperfield de Dickens, las Confesiones de Rousseau y la pornografía más moderna» (Donald Windham).«La doble investigación del hijo sobre el padre, hacia el pasado remoto y el pasado inmediato, resulta tan apasionante y morbosa como el más indiscreto de los relatos» (Javier Marías, El País).«La autobiografía más original que he leído nunca» (Truman Capote).
«Yo nací en 1896, y mis padres se casaron en 1919», así comenzaba una primera versión de las memorias póstumas de J. R. Ackerley, uno de los más imprevisibles escritores británicos de este siglo, un libro descarnado y sincero hasta el límite de lo intolerable, donde la historia de la doble vida del padre ?un adúltero que mantuvo dos familias paralelas sin que ninguna conociera la existencia de la otra? y la historia de las desoladas peripecias del hijo ?un intelectual homosexual de familia burguesa que buscara infructuosamente durante largos años un «amigo verdadero» entre los jóvenes del proletariado? se entrelazan en la trama de un tapiz cuya figura última puede ser descifrada aquí. Presentación de Javier Marías. «Una autobiografía extraordinaria, sin parangón en la literatura inglesa, y en la misma jerarquía que la de André Gide» (Roy Fuller, London Magazine). «Un cruce entre el David Copperfield de Dickens, las Confesiones de Rousseau y la pornografía más moderna» (Donald Windham).«La doble investigación del hijo sobre el padre, hacia el pasado remoto y el pasado inmediato, resulta tan apasionante y morbosa como el más indiscreto de los relatos» (Javier Marías, El País).«La autobiografía más original que he leído nunca» (Truman Capote).