Hay escritores que están enteros en cualquiera de sus libros. José Luis García Martín es uno de ellos. Se le ama o se le detesta, no caben posturas intermedias. Desde 1989 –el año en que dicen acabó el siglo XX– ha querido ir dejando constancia de los cambios del mundo en unos libros en los que el detalle revelador y la opinión impertinente, tan pertinente a veces, resultan protagonistas. No sabe, no contesta es el más reciente de ellos y, de alguna manera, los contiene a todos, como un objeto fractal conserva su completa estructura en cualquiera de sus partes. La esfinge que cada día nos plantea nuevos enigmas, no todos tan fáciles de resolver como el de Edipo, no responde cuando la interrogamos por su secreto. Quizá es una esfinge sin secreto y el misterio de la vida es que la vida no tiene ningún misterio, según afirma el pessoano Alberto Caeiro. Al contrario que la esfinge, José Luis García Martín sí sabe y sí contesta y, aunque no siempre acierte (solo casi siempre, en su modesta opinión), nunca deja de sorprendernos. Podrá irritar, y lo hace a menudo, pero ayuda a tener los ojos bien ab