«Yo no sabía que era valiente. Ahora que lo pienso, probablemente nadie lo sabe, nadie lo es hasta que le toca serlo».
Un nuevo director llega al periódico El Día. Es un mal profesional, la redacción no lo respeta y él decide imponer su autoridad sembrando el miedo con castigos ejemplarizantes. Belén, una de las represaliadas, opta por cogerse una excedencia después de que Jaime, un forense que dedica su tiempo libre a abrir las fosas comunes del franquismo, le enseñe la misteriosa carta de un anciano que pide ayuda para morirse en paz y recuperar los restos de una mujer, Matilde, fusilada en 1936. Con su vida patas arriba, recuperándose de una relación tóxica y de otra imposible, la periodista se traslada a un pequeño pueblo de Ávila para tratar de hacerlo hablar.
Una novela sobre el poder reparador de la verdad.
Una carta de amor al periodismo.