Este libro tiene el mismo encanto que muchos otros de Stephen Jay Gould, pero tal vez mayor hondura. En sus páginas encontraremos historias sorprendentes (como la de George el Solitario, el último superviviente de una especie de tortugas que habrá desaparecido cuando él muera), descubriremos aspectos desconocidos de la historia de los seres vivos (que los primeros vertebrados terrestres tenían ocho dedos en cada mano ?y cómo hemos llegado a tener sólo cinco-), o curiosos episodios de la historia de la ciencia (en qué se basaba el obispo Ussher para afirmar que la Creación había tenido lugar el año 4004 a. C., en un 23 de octubre y a mediodía). Al lado de éstas y otras historias sorprendentes se encontrarán ensayos que tienen una mayor ambición, como el que trata de los rasgos básicos de la conciencia humana, el que se ocupa de reflexionar sobre la historia inicial de la vida pluricelular, o los que hablan de hallazgos que enriquecen la galería de animales insólitos que nos mostró en La vida maravillosa.
Este libro tiene el mismo encanto que muchos otros de Stephen Jay Gould, pero tal vez mayor hondura. En sus páginas encontraremos historias sorprendentes (como la de George el Solitario, el último superviviente de una especie de tortugas que habrá desaparecido cuando él muera), descubriremos aspectos desconocidos de la historia de los seres vivos (que los primeros vertebrados terrestres tenían ocho dedos en cada mano ?y cómo hemos llegado a tener sólo cinco-), o curiosos episodios de la historia de la ciencia (en qué se basaba el obispo Ussher para afirmar que la Creación había tenido lugar el año 4004 a. C., en un 23 de octubre y a mediodía). Al lado de éstas y otras historias sorprendentes se encontrarán ensayos que tienen una mayor ambición, como el que trata de los rasgos básicos de la conciencia humana, el que se ocupa de reflexionar sobre la historia inicial de la vida pluricelular, o los que hablan de hallazgos que enriquecen la galería de animales insólitos que nos mostró en La vida maravillosa.