En 1968 Enrique Vila era un joven aspirante a director de cine. Sus primeros pinitos laborales llegaron en Fotogramas, donde le encargaron la traducción de una entrevista a Marlon Brando.
Sin saber inglés, e intentando no perder el trabajo, se la inventó. A esta, siguieron otras. Y así, empezó a forjarse una imaginación particularísima y un autor singularísimo. En esa época y con estas entrevistas apareció la que es hoy una firma de referencia obligada de nuestra literatura: Enrique Vila-Matas.