Hay un tipo de libros infantiles que buscan reconfortar al lector, indicarle el camino, señalarle el norte y concluir con un final redondo que les deje contentos, a los niños y a los mediadores. Podríamos pensar que este es uno de esos libros que bajo el título apelativo de ¡Sé tú mismo y nada más! nos está invitando a aceptarnos y a aceptar a los demás como quieran que sean por dentro, un canto a la tolerancia y a la autenticidad. Pero nada de esto nos muestra este libro un poco gamberro en el texto rimado y en las ilustraciones caricaturescas y expresionistas. Porque el tema es aquí el aspecto físico, el concepto de belleza que tiende, cada vez más, a hacernos más uniformes, a marcar unos patrones a los que todos deben ajustarse si buscan la aprobación social: Pelo liso, ojos claros, juventud eterna, sin manchas, boca perfecta, cuello estrecho, figura esbelta, atléticos, bien depilados, delgados, ni altos ni bajos... Y si no se cumple con el canon ¿no se puede soñar con ser un hada madrina o un superhéroe? Parece que no. Bueno parece que sí. Porque Marcial, el tío del narrador, lo dice muy claro: ¡Sé tú mismo y nada más! Nuestro cuerpo es lo primero que ven los demás de nosotros y en este libro, de una manera exagerada y humorística, mezclando animales humanizados y personas, nos muestra a muchos personajes que no responden a un modelo de belleza y que sin embargo son singulares, aunque no bellos. Su propuesta está muy alejada de un libro de autoayuda, a nadie se le dice que con la belleza interior alguien se vuelve lindo, bonito ni hermoso, cada uno es como es y esto invita a los lectores a reírse y a pensar.