"El
hombre no tiene una sola y única vida, sino varias de ellas, puestas
todas una tras otra".
Así lo afirma el filósofo
Lucio Atilio basándose a su pesar en su propia vida:
Primogénito de un príncipe
cretense, es arrebatado a su familia a los siete años para ser exquisitamente
instruido en Roma junto a los vástagos imperiales, cumpliendo así
con la política de reeducación del Emperador Augusto. Muy
pronto sus cualidades intelectuales le introducirán en el círculo
más íntimo de los Julio-Claudios para convertirlo en uno
de los consejeros de élite que acompañarán a Tiberio
en su retiro en Capri.
Los funestos acontecimientos que
sobrevienen durante su estancia en la isla, le llevarán a comenzar
una tercera vida, la del viajero que se embarca para buscarse a sí
mismo a través de Egipto y Judea, y acaba siendo testigo de unos
hechos que terminan otorgándole una cuarta existencia tan paradójica
como inesperada: la vida milenaria que comienza cuando Atilio, tras morir
en el destierro, hace llegar a su más querido amigo de infancia,
el ahora Emperador Claudio, el testimonio de toda su vida recogido en unas
cartas.
Siglo tras siglo Las Cartas de Atilio
se convertirán en un documento codiciado por los hombres más
poderosos de la tierra, pues el secreto que encierran se irá volviendo
más subversivo y peligroso con cada cambio de dueño, de época
y de país.
Pero quizá su mayor secreto
sea el más obvio, la filosofía clarividente de su autor,
y es que "el pasado es una extraña y maldita cosa que a veces sólo
se puede resolver a largo plazo".
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