Un boxeador gitano enfrentado al mito de la raza aria. Gimnastas judías a punto de morir gaseadas en Sobibor. Un fondista palestino encerrado en la franja de Gaza. Velocistas con el puño en alto, descalzos en un podio. Nadadoras que encogen el brazo. Hitler, derrotado por el nieto de un esclavo y once atletas israelíes secuestrados por terroristas árabes en un apartamento de la Villa Olímpica de Múnich, mientras en una cocina de Tel-Aviv se fragua la venganza. Aquél fue, sin duda, un septiembre negro.